miércoles, 9 de abril de 2014



Cuando Luiz Inacio Lula da Silva expresidente de Brasil recomendó al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, convocar a un Gobierno de coalición para reducir la tensión política entre oficialistas y opositores en el país me pareció, (por eso lo comento), más que la expresión sincera del exmandatario brasileño, una especie de burla  hacia la oposición venezolana.
Venezuela y el resto del mundo saben que Nicolás Maduro jamás haría semejante cosa, porque estaría inmediatamente destituido del poder con un golpe de estado auspiciado por sus propios compañeros, que si saben de asonadas militares.
Además no es secreto para nadie que la única coalición que tiene el jefe del gobierno  venezolano es con los Castros, al extremo que ni siquiera con las agrupaciones que lo respaldan electoralmente y que se autodenominan “Polo Patriótico” han sido capaz de mantener una coalición gubernamental. Lo que se ve en la Asamblea Nacional es una estrategia del PSUV, para mantener una mayoría que les permita violentar la Constitución cuando les viene en gana con el apoyo de diputados pertenecientes a esas organizaciones políticas.
“Maduro debería intentar disminuir el debate político para dedicarse enteramente a gobernar, establecer una política de coalición, construir un programa mínimo y disminuir la tensión. Estoy haciendo fuerza para que se encuentre una solución en la negociación porque para Brasil Venezuela es estratégica”, dijo Lula. Que tenga mucho cuidado con hacer mucha fuerza porque va a terminar con una hernia y sin resultado alguno.
Si el primer mandatario venezolano no es capaz de aprobar una Ley de amnistía, para liberar a los presos políticos y garantizar el regreso de los exiliados, quién puede creer que va a hacer una coalición con factores de la oposición; quien se puede imaginar a estos comunistas que gobiernan en el país petrolero realizando algo similar al Pacto de Punto Fijo, que se llevó a cabo entre grandes líderes demócratas, precisamente, para salvar la democracia.
Es necesario recordar que al presidente Rómulo Betancourt si lo querían sacar del poder a cualquier precio, unos militares que habían perdido sus privilegios con la salida de Marcos Pérez Jiménez del poder en 1958.
Intento de golpes de estado como el Porteñazo, el Carupanazo, el Barcelonazo y un inento de magnicidio, donde milagrosamente salvo la vida el Padre de la Democracia venezolana, cuando hcieron explotar una bomba a control remoto donde murieron varias personas porque los magnicidas se equivocaron de automóvil y la accionaron contra otro, aun así Betancourt salió con varias heridas leves.
Este si fue un magnicidio de verdad, no los miles que se inventó Chávez, como los para Cachitos y tantos otros que solo existían, ni siquiera en su imaginación, el que si sabia de golpe, solo buscaba causar una especie solidaridad al lado de su persona.

Maduro siguió le siguió los pasos y en menos de un año ha denunciado cualquier cantidad de magnicidios, al extremo de que un joven que violó el cordón de seguridad en la AN, para abrazarlo y felicitarlo  lo metió preso por, presuntamente atentar contra su vida, el muchacho ni le tiro un golpe, ni portaba armas. Esto solo se ve en revolución. 

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